Microficción #102

(Imagen de: Ingrid Gala)

Protección

Cenefas

Cuando el príncipe George llegó a la cueva, empuñando su espada preparado para descargarla sobre el cuello del dragón que secuestró a la princesa, se encontró a la preciosa hija del rey sentada junto a la bestia. El cabello de ella, blanco como la nieve, parecía producto de la más exquisita imaginación, su piel de seda cubierta por ropas tan delicadas como su belleza tenía un color pálido que parecía querer brillar con los rayos del sol. El príncipe jamás había visto a una mujer como aquella, sus ojos azules como el cielo miraban con ternura a la criatura que descansaba a su lado. El dragón apoyaba su enorme cabeza con forma de flecha en el suelo, acomodada entre sus patas delanteras repletas de escamas de color escarlata que refulgían de forma sobrenaturalmente hipnótica. De repente el príncipe dejó de ver a aquella bestia como una amenaza, sus ojos ambarinos se clavaron en los del hombre, marrones y brillantes por la emoción que le provocó aquella mirada suplicante del titán alado. Suplicaba en silencio que guardara el arma, lo hacía en silencio y, a la vez, su voz sonaba como el crepitar de las llamas de su aliento dentro de la cabeza del príncipe George.
    —Princesa —dijo titubeante el príncipe, haciendo que la mujer diera un pequeño respingo—, ¿qué está ocurriendo?
    —¿Quién sois vos? ¡No deberíais estar aquí, marchaos!
    —Me envía vuestro padre, está preocupado por vos dice —el príncipe dudó un momento, miró al dragón que seguía contemplándole con una serenidad desquiciante—… dice que esa bestia —el dragón gruñó amenazante, el príncipe apretó la empuñadura de la espada preparándose para atacar si era necesario. El dragón alzó la cabeza solo un poco, lo suficiente como para dejar claro que el humano era para él poco más que un insecto—… dice que ese dragón os ha secuestrado —se corrigió el príncipe George.
    —¿Secuestrarme? ¡Sois tan necio como el borracho de mi padre si habéis creído tamaña estupidez!
    —¿Qué está ocurriendo, princesa? Os ruego que me deis una explicación.
    El dragón ya había vuelto a acomodar su cabeza entre las patas, había resoplado y de sus fosas nasales salieron dos columnas de humo blanco como el cabello de la mujer. La princesa suspiró, miró al dragón que le devolvió la mirada sin mover la cabeza, solo dirigiendo sus ojos ambarinos hacia ella, luego miró al príncipe y volvió a suspirar.
    —Guardad la espada, si lo hacéis os explicaré qué ha ocurrido.
    El príncipe dudó, pero aceptó. Envainó la espada sin mirar a la princesa, advirtiéndole de que si aquella criatura hacía algún movimiento que no le gustase desenvainaría la espada y le daría muerte. Pero el príncipe no se dio cuenta de que quien se movió no fue el dragón sino la princesa, a una velocidad sorprendente. Se puso delante del príncipe George y, sin darle tiempo de reaccionar, sacó una daga de su faldón y se lo clavó al hombre en la papada. El arma se clavó hasta el gavilán, y la hoja brillante ahora llena de sangre se pudo ver a través de la boca abierta del príncipe, adentrándose en el paladar y alojándose en el cerebro. El príncipe cayó al suelo fulminado.
    —Como os he dicho sois tan necio como el borracho de mi padre. Lo siento, pero no podía dejar que os marchaseis, no puedo permitir que nadie se entere de que este pobre dragón es en realidad más dócil que una oveja. Alegraos, buen caballero, vuestro sacrificio servirá para alimentar a mi pequeña Veri1.

1: Veri en finlandés significa sangre. El dragón es llamado así por el color de sus escamas.

© 2017 M. Floser.

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