EL MONSTRUO
El doctor Frankenstein se vio acorralado por aquella abominable criatura a la que él mismo le había dado la vida. El monstruo alzó sus mastodónticas manos de distinto color cada una, cosidas a las muñecas de forma burda, y rodeó con ellas el cuello de Víctor cuyo rostro se desencajaba por el miedo. La cara del monstruo reflejaba una mezcla de emociones: la rabia se juntaba con la confusión en aquella expresión bobalicona pero aterradora. La criatura apretó las manos y el doctor sintió como el aire dejaba de acudir a sus pulmones. Sigue leyendo