

MUDANZA, DE ROCÍO RAVERA
NO ESTABAN convencidos. En especial Diego, que siempre fue el más pegado a mamá. Se pasó todo el viaje argumentando que si llevarla de vuelta a casa era lo mejor. Todo para llegar a la conclusión de que no sabía si se lo merecía, pero que a pesar de todo, era nuestra madre. Eché un vistazo de reojo a Fernando, que iba atrás con mami, resoplando. No sé de qué se queja si nunca había estado tan silenciosa.
Al menos esta vez no teníamos que cargar con los muebles.
Veníamos de un largo periplo de enfermeras y acompañantes que invariablemente renunciaban. Ella siempre fue de carácter difícil, pero con los años se acentuó. Ellos dicen que esa es mi herencia, un carácter de mierda.
La muerte de papá empeoró las cosas, ni que decir cuando la mudamos a un apartamento más pequeño y pusimos en venta la casa familiar.
No lo voy a negar, al llegar a la casa y ver los carteles de SE VENDE y el jardín lleno de malezas, a mi también me vino un sentimiento de tristeza.
Esta vez el detonante fue la renuncia de la última enfermera. Mamá la acusó de ladrona. Todo se nos fue de las manos.
Mis hermanos sacaron a mamá del auto con delicadeza y la pusieron al lado de papá, entre el duraznero y el tangerino. Yo les dije que por favor fueran cuidadosos al meterla en el pozo, pero este par de idiotas ni siquiera sacaron la alfombra en la que venía envuelta.
Diego no reaccionó muy bien. Se tiró en el pozo, llorando a gritos mientras arañaba la tierra, aunque no sé bien si el llanto era por ella o por el jarrón de porcelana que nunca heredaría.
Es inútil, ya le dije. No vale la pena llorar por un jarrón del que solo quedaron pedazos, algunos todavía incrustados en una maraña de pelo y sangre en la cabeza de mamá.
Yo solo espero que ésta sea la última vez que mudamos a mami.

Me llamo Rocío Ravera, soy de Uruguay y hace relativamente poco tiempo que escribo. Este año empecé a subir mis cuentos y mis poemas a un blog y también subo mis relatos a un canal de YouTube y a una página de Facebook. |