Primeras palabras 9: En libertad

Dos manos en la oscuridad se alzan y son iluminadas por un haz de luz, el único punto luminoso que se ve en la imagen, parece que las manos quieran tocar la luz. El relato se titula: En libertad.
En libertad. Imagen libre de licencia: Pexels.

En libertad es un relato de fantasía cómica perteneciente a «Primeras palabras», una subsección dentro de «Juegocuentos», en ella escribiré un relato que tendrá que empezar por la frase que una seguidora o seguidor de mi cuenta de Twitter me propondrá.

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• LA FRASE A AÑADIR ES:

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ZHOU SE dirigía con paso firme hacia el calabozo. Ya había matado a los guardias y se había librado de los zombis que custodiaban la zona. No le había costado, ni los unos ni los otros fueron rivales para elle. Quizá aquella mujer enorme con la cabeza afeitada y la cara cubierta de piercings le había hecho sudar más de la cuenta y puede, solo puede, que si alguien le preguntara tendría que admitir que en varias ocasiones pensó que su hacha estuvo a punto de partirle en dos, pero por suerte nadie lo había visto y su reputación seguía intacta: Zhou, le asesine profesional. ¿Cuántas muertes llevaba a sus espaldas? Eso ahora daba igual, solo importaba terminar el trabajo y era exactamente lo que pensaba hacer.
      —Veo que estás cómoda, Luria —dijo Zhou deteniéndose frente a una celda.
      En el interior había una mujer de rodillas, alzando los brazos para acariciar con las manos un haz de luz que se colaba por un pequeño agujero que servía como única ventana. La mujer vestía un mono naranja y tenía los tobillos rodeados por grilletes que parecían pesados. Se giró y vio a Zhou al otro lado de las rejas, iluminade por la luz de una bombilla que quedaba justo sobre su cabeza. Vestía una camisa de algodón blanca con un estampado rojo que no era otra cosa que manchas de sangre. En su cadera izquierda colgaba una espada envainada en cuyo pomo acomodaba la mano.
      —¿Zhou?
      —Le misme que viste y calza. ¿Quieres salir de aquí?
      —¿Has matado a los guardias?
      —Sí.
      —¿A los zombis?
      —Sip.
      —¿Al tío disfrazado de payaso?
      —Yep.
      —¿Las arañas?
      —Erradicadas.
      —¿Los comerciales de telefonía?
      —Rechazados.
      —¿Lo has hecho todo tú sole?
      —Como siempre. ¿Nos vamos o esperamos a que alguien se dé cuenta de que he estado jugando con sus tropas?
      Sin esperar a que Luria respondiera, Zhou cogió los barrotes de la celda y los separó, doblándolos como si fueran de alambres.
      —Andando, te esperan en casa.
      Zhou se acercó a Luria, cogió uno de los grilletes de su tobillo y lo partió en dos, luego hizo lo mismo con el otro.
      —Nunca me acostumbro a tu fuerza. Siempre me olvido de que eres capaz de hacer esas cosas.
      —Me alegra, eso hace que me trates como a una persona normal. ¿Puedes andar?
      Luria negó con la cabeza.
      Zhou se la echó sobre el hombro como si nada y salió corriendo por un pasillo que parecía eterno, iluminado por bombillas de luz cálida que teñían de naranja el pasadizo de adoquines. En el suelo habían cadáveres, algunos enteros, tumbados sobre charcos de su propia sangre, otros parecían puzles de los cuales algunos no tenían todas las piezas. En la pared había un zombi clavado, Zhou le había atravesado el pecho con lo que parecía su propia pierna cercenada, el fémur se le hundía en el cuerpo y seguramente era lo que le mantenía fijado a la pared. No estaba muerto, les siguió con la mirada y estiró los brazos para intentar alcanzarles mientras emitía gruñidos que otro zombi habría traducido como: «¡Venid aquí, que aún puedo comer!».
      —Has EStaDO ocuPAde —dijo Luria. El volumen de voz daba saltos por culpa del trote de Zhou.
      —Te dejas pillar por gente que tiene demasiados cabrones a su servicio.
      —La PRÓxima vEz prEGUNtarÉ cuÁNTos cabroNES sON anTES de DEjarME CAPturAR.
      —Es lo único que te pido —dijo Zhou riéndose.
      El pasillo terminaba en un callejón sin salida, pero Zhou lo sabía de sobras.
      —Te recomiendo que cierres la boca si no quieres comer piedra —dijo mientras alzaba el brazo libre y se cubría la cabeza. Luego apretó el paso y se lanzó contra la pared del fondo, atravesándola a pesar del grosor de la piedra.
      Cubiertes de polvo blanco, siguieron avanzando. Lurie le dió una palmada en el trasero a Zhou.
      —¡ErEs unE cabrONE!
      —¡Perdón! Es un atajo.
      —¡Eso ME da IguAl! PoDRÍas haBER revenTADO la PAred de MI celDA, te CONOces esTA mazMOrra coMO la palMA de TU MAno. ¡Tú QUErías maTAR a TOdOs esOS caBROnazOs!
      —¡Me declaro culpable de todos los cargos!
      La risa de Zhou se escuchó por todo el pasillo e hizo que el zombi colgado de la pared gruñera como si realmente dijera: «No, si al final me quedo sin comer…».
      Apetitos de zombi a parte, Zhou y Luria, tras mucho tiempo separades, estaban juntes y Luria podía agradecer a quelle guerrere que por fin iba a estar en libertad.



¿Te has quedado con hambre? Aquí te dejo otros relatos:

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