Microficción #188

En la imagen vemos la frase "Happy New Year" escrita en la nieve.

El título de la imagen es "Año nuevo vida nueva".

cenefa2

Estaba en el exterior, de pie, dando la espalda a la casa. Tenía el pelo largo, castaño, con ondulaciones en las puntas, cayendo sobre los hombros y la espalda, cubierta por una chaqueta de cuero rojo tipo torera. Debajo de la chaqueta un vestido largo, negro que levantaba por la parte delantera para sujetar el pene y poder dirigir con más tino el chorro de orina hacia el mensaje que estaba escribiendo en la nieve. Tenía manos grandes, de dedos largos y uñas pintadas de negro. Los pies los tenía hundidos en la nieve hasta los tobillos, protegidos por la caña alta de las botas negras estilo New Rock con puntera metálica.
    Estaba tan concentrada en conseguir la mejor caligrafía posible, que ni se dio cuenta del ¡puf! que sonó tras ella. En el aire, a poco menos de un metro del suelo, flotaba un ser del tamaño de un bebé. Tenía la piel verde, orejas largas y puntiagudas de lóbulos largos y pesados, ojos tan pequeños que parecían botones de pantalón tejano, y una boca sin labios, con dientes blancos como la nieve libre de orina. Miraba a la mujer, que se mecía para que el chorro siguiera derritiendo la nieve formando letras.
    —¿Así empiezas el año, Irínea? —dijo el ser con una voz demasiado grave para un cuerpo tan pequeño.
    Irínea dio un bote y estuvo a punto de mancharse de orina la falda del vestido.
    —¡Mierda, Lupicinio! —gritó ella con una voz que empezaba a suavizarse gracias a las sesiones de logopedia para feminizar la voz—. ¡Casi me meo encima!
    Irínea suspiró e intentó que el corazón volviera a latirle a un ritmo normal. Se cubrió el pene con las braguitas negras y se bajó la falda.
    —Mea culpa —dijo el tal Lupicinio—. ¿Lo pillas? «Mea» culpa…
    —Muy gracioso. ¿Qué quieres?
    —Primero de todo, y ya que leo lo que has escrito en la nieve: feliz año para ti también. Lo segundo es decirte que tenemos un encargo.
    —¡¡¿¿Hoy??!!
    —Sí.
    —Pero si es día uno de enero. Es año nuevo, no me jodas.
    —Los demonios no tienen días festivos.
    —Pues deberían. Quizá si se tomaran unas vacaciones o algo así de vez en cuando no serían tan cabrones. ¿En serio tengo que ir yo?
    —Sí.
    —Estoy petada, Lupicinio. Me he dormido a las cuatro de la madrugada. ¿No puede ir otra?
    —Eres la que está más cerca.
    —Joder, me caigo de sueño.
    —¿Quieres que le diga a la jefa que no te viene bien ir a cazar demonios porque ayer te fuiste a dormir tarde? Yo se lo digo, pero no le va a gustar.
    Irínea gruñó y luego suspiró.
    —No, no le digas nada. ¿Puedo cambiarme de ropa al menos? No voy a ponerme a cortar cabezas de demonio con un vestido. Se me va a ver hasta el carné de identidad.
    —¡Pff! Yo te acabo de ver demasiado. En fin, cámbiate, pero no tardes. Por cierto, Irínea, ¿qué tal se presenta el 2020?
    —¿La verdad? Creo que este año va a ser de los mejores que he pasado. Ya sabes lo que dicen los humanos: año nuevo vida nueva.
    —No entiendo ese dicho, pero me alegra verte tan contenta. Va, ve a cambiarte, y no te olvides de la espada, el demonio al que vamos a matar es un hijo de perra peligroso.

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