Story Cubes #9

[Nota fija]→ «Story Cubes» es una sección dentro de «Ejercicios de escritura». En esta sección haré uso de los dados Story Cubes para componer una historia improvisada.

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Resultado de la tirada de los Story Cubes:

Numeración de los dados en el texto:*
* Número para localizar la palabra o tema en el relato.

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Dos jovencitas paseando por el sendero de un bosque6, con un paraguas transparente, a pesar de que no llueve. Nada raro, ¿verdad? No os precipitéis al responder, guardemos silencio un momento y escuchemos la conversación entre Lawan, la jovencita que sujeta el paraguas y Jai, la jovencita que nos queda por descarte.
    —¡Es normal al principio, Jai!
    —¿De verdad?
    —Claro, a mí me pasó la primera vez. No es sencillo. Pero una vez consigues matar a uno, todo va rodado.
    —Lo que más me cuesta es encontrar el valor para hacerlo.
    —Para eso tengo un truco: estrénate poniendo una trampa3, un cepo, por ejemplo, y cuando pilles a uno ¡zasca!, tajo en el cuello.
    —¿Pero no es trampa?
    —¡Claro que no! ¿Sabes cuál fue el primer demonio que cazó la maestra? Un buklu, ¿te crees que mató a un rey tiburón2 a machetazos? No, lo que hizo fue tenderle una trampa: le dejó un rastro de sardinas en escabeche en el bosque, que llevaba directamente a la cocina de un restaurante de sushi, y cuando el pobre buklu entró… ¿sabes qué le pasó?
    —¿Zasca?
    —¡Zasca!
    —Pero ni siquiera sé qué demonio cazar.
    —Eso es lo de menos, Jai. Yo me estrené con un cambiante. El hijo de sus muertos se transformaba y se camuflaba entre la gente. ¡Era un puto camaleón1!
    —¿Y cómo lo cazaste?
    —Bueno, era un cambiante, pero no era un cambiante muy listo. Un día (porque tardé cinco en acabar con él), cometió el error de andar por ahí convertido en mí.
    —¿En ti?
    —¿Te lo puedes creer? Giré una esquina y ¡pimba! me choqué contra él. Al principio, cuando me levanté del suelo, pensaba que me había chocado contra un espejo5 por ir mirando el móvil. Era idéntico a mí, pero con otra ropa, eso es lo que hizo que me diera cuenta. ¡Tonta no soy, Jai!
    —No, claro, claro.
    —Pues eso, que el demonio en sí es lo de menos. Invoca a uno con la Flauta4 invocadora, que para algo se llama así. O busca en foros, por si alguien en el pueblo tuviera un televisor9 poseído. Yo qué sé, Jai, será por demonios. Si me dices hace treinta años que no encuentras ninguno campando a sus anchas, vale, porque solo estaban en la Zona prohibidísima, ¿sabes cuál? ¿Sabes el sendero ese que tiene un cartel de prohibido7? Pues esa zona antes era la única con demonios.
    —Ya. Si te soy sincera sé dónde encontrar un demonio.
    —¡¿Ves?! ¿Dónde? ¿Qué tipo de demonio es? ¿Un muñeco8 diabólico? ¿Un chupacabras?
    —No… un cambiante.
    —¡Un cambiante! ¡Qué casualidad! Espera…
    Jai sacó, no se sabe de dónde, un puñal de hoja negra, muy brillante, y se lo clavó a Lawan en el pecho.
    —¿Qué haces, Jai?
    —No soy Jai, mocosa —dijo la jovencita mientras sus ojos se volvían negros, su piel se cuarteaba y cambiaba a un color verde oscuro—, mi nombre es Kulak, tú mataste a mi padre, prepárate a morir.
    Y sin más, con aquella frase que dejaba claro que A) los demonios pueden ser cinéfilos, B) los demonios tienen sentimientos y c) … bueno, quizá solo A y B, Lawan soltó el paraguas y cayó al suelo, con su vestido lleno de sangre, sus ojos llenos de lágrimas y su cara llena de odio. ¿Sorprendidos? Ya os había dicho al principio que estas dos no eran muy normales. ¿Lo había dicho o no lo había dicho? Pues eso, hasta la semana que viene.

2 comentarios en “Story Cubes #9

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