Las tres palabras #11

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[Nota fija]→ «Las tres palabras» es una sección dentro de «Ejercicios de escritura». Así mismo, este ejercicio ha sido extraído del blog «CabalTC» de David Olier. En esta sección haré relatos incluyendo tres palabras generadas automáticamente.

Palabras a añadir:

POLILLA 1
VENADO 2
PLUMERO 3

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Lora se quedó quieta en la sala a oscuras, contemplando la masacre que se extendía en el suelo, como una alfombra de muy mal gusto. Una persona normal solo habría visto negrura, pero Lora no era una persona normal, no era ni siquiera una persona y sus ojos estaban lejos de ser comunes. Entre sus muchas habilidades estaba la de La visión que va bien para to lo oscuro. No se le daban bien los nombres, no era muy creativa, las cosas como son. La visión que va bien para to lo oscuro era un hechizo que, al invocarlo, los ojos de Lora se iluminaban con una luz naranja y la oscuridad para ella se convertía en un festival de negativos: lo negro se volvía blanco, lo blanco se volvía negro, y… bueno, eso.
    Los ojos naranjas de Lora enfocaron un cadáver que quedaba a su derecha, aunque esta aclaración es poco fiable porque Lora era disléxica, así que por el bien de quien esté leyendo esto, mejor olvidamos la indicación. El cadáver en cuestión tenía cabeza, en pasado, ahora en ese espacio había vacío y del cuello brotaba la columna vertebral, que despuntaba como el palo blanco de un Chupa Chups. Cerca de ese cadáver había un muerto al que le habían arrancado los brazos, que descansaban a su lado, sobre un charco de sangre seca. El tercer cadáver que Lora vio era un ciervo, o al menos la cabeza del ciervo. El trozo de venado2 descansaba sobre el regazo de una tipa que estaba sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la pared y la cabeza, separada del cuerpo, clavada en uno de los candiles de una de las astas del ciervo.
    —Sal de donde te escondes, Dumian —dijo Lora con una voz que sonaba segura y ronca.
    —¿Como has sabio questaba a aquí? —respondió una voz sádica, acostumbrada a dar palizas crueles al diccionario.
    —No me jodas, Dumian. ¿Te creías que me la ibas a colar? Se te ve el plumero3. —Lora suspiró y sacó un teléfono móvil del bolsillo trasero del pantalón.
    —No deberías guardar el teléfano enel bolsillo el culo, te se va a romper.
    —Qué detalle. ¿Sales ya o te saco a hostias?
    —Cohone, qué violienta eres, tía. Ya voy, ya voy.
    Los ojos de Lora enfocaron al fondo de la habitación, de una de las pareces emergió un ser, como si la pared fuera un estanque de agua vertical. El ser era muy confuso con el modo de visión de La visión que va bien pa to lo oscuro, pero Lora sabía perfectamente cómo era esa criatura con sus colores en orden: tenía un cuerpo delgado y largo, de color pardo, con brazos y piernas finas. Las cuatro extremidades acababan en manos de dedos largos y afilados. Sus rasgos faciales se limitaban a una boca llena de colmillos, sin labios, y dos ojos, solo que no eran ojos, sino dos réplicas exactas de la boca. Tenía grandes alas de polilla1, plegadas a ras de la espalda.
    —Pos na, ya toy, ¿has venío a por yo?
    —No sabía que habías sido tú hasta que te he olido —respondió Lora mientras desbloqueaba la pantalla. Pulsó el botón y el teclado numérico le pidió el número pin, marcó 1, 2, 3, 4 y, sin mirar a Dumian suspiró y dijo—: ¿por qué has hecho esto, Dumian?
    —Pos pa divertirme, mayormente. Miba a esconder a esperiar a la pulisía, y verles las caras de confusión. ¿Sabes?
    —¿Solo por diversión?
    —¿Se hacen masacres palgo más?
    —Sabes que no está permitido matar a los humanos por matar. ¿Y lo del ciervo?
    —Yu que sé, me loncontrao en el bojque y he pensao, «pos pa la masacre», y como pesaba muncho, pos le cortao la cabeza y mira, ma servío pa la tía esa. Nostá mal, ¿no?
    —No está permitido matar a los humanos por matar, tampoco a los animales. Se te permite cazar para sobrevivir y para alimentar a tus hijos, pero no se te permite matar por diversión. Lo siento.
    —¡Joder, Lora! Tas vuelto mu estirá desde questás en de guardiana. Tú antes molabas, tía. ¿Tacuerdas cuando matamos al pavo aquel del bigotillo en la guerra aquella tan larga? Al tío aquel tan bajito que tenia la voz to de pito.
    —Era distinto, Dumian. Lo siento, tengo que hacer la llamada. Si intentas huir te tendré que exterminar.
    —¡Que mestás contando! ¡Lora, tía, que somos colegas!
    —Lo siento.
    Lora abrió la aplicación de llamadas en el teléfono, abrió el teclado táctil numérico y pulsó una combinación de cifras que alcanzó los diez dígitos, luego pulsó el botón verde y se llevó el teléfono a la oreja. Dumian se enfureció y atacó a Lora: su mano derecha, o la izquierda, sigue sin quedar claro, se convirtió en una especie de punzón gigante. Intentó atravesar con él a Lora, pero ella le esquivó como si nada y le dio un golpe fuerte, con el canto inferior de su mano, en la nuca. Dumian cayó al suelo de boca, inconsciente sobre el cadáver de un hombre gordo, vestido únicamente con una camisa de tirantes. Lora siguió con el teléfono en la oreja, esperando.
    Tuuuup, sonó en el auricular del móvil, tuuuup.
    —Ha llamado al servicio postal de Barcelona —dijo una grabación con marcado acento catalán—. Si quiere reclamar un pedido pulse uno, si quiere saber el estado de su envío pulse dos, si quiere hablar con un operador pulse tres, para otras operaciones por favor, espere, o diga brevemente el motivo de su consulta al escucar la señal.
    ¡piiiip!
    —Lora Buroix, número de Guardiana 7855215478895521785852248778 coma 1.
    El teléfono dio tono brevemente y luego la locución volvió a decir:
    —Ha accedido al servicio oculto de los Guardianes de la oscuridad. Si ha sido un error por favor pulse uno y nuestros servicios de limpieza acudirán a aniquilarle. Si por el contrario es una Guardiana o un guardián, por favor, espere. —Hubo un silencio que debía servir de espacio para que a la persona le diera tiempo de decidir si pulsaba el uno o no—. Usted dice ser una Guardiana de la oscuridad. Tendremos que fiarnos de su palabra. Por favor, diga brevemente el motivo de su consulta.
    —Confirmación de aniquilación —dijo Lora con voz firme.
    —Usted ha dicho «Competición de Eurovisión» ¿es correcto? Si es así pulse uno, de lo contrario diga brevemente el motivo de su consulta.
    —¡CONFIRMACIÓN DE ANIQUILACIÓN!
    —Ha dicho «Contratación de percusión», ¿es correcto? Si es así pulse uno, de lo contra…
    —¡He dicho «Confirmación de aniquilación»!
    —Perdone pero no le he entendido. Diga brevemente el motivo de su consulta.
    —CON-FIR-MA-CIÓN DE A-NI-QUI-LA-CIÓN.
    —Perdone pero no le he entendido. Diga brevemen…
    —¡Me cago en tus muertos!
    —Perdone pero no le he enten…
    —¡Confirmación de aniquilación! ¡Confirmación de ANIQUILACIÓN! ¡CONFIRMACIÓN DE PUTA ANIQUILACIÓN!
    —Usted ha dicho «Participación en la ruta de liquidación», ¿es correcto? Si es así pulse uno, de lo contrario diga brevemente el motivo de su consulta.
    —¡Voy a ir donde estás y te voy a meter el teléfono por el culo con el sistema de vibración activado y luego me voy a llamar para que te vibre el ano hasta que me quede sin batería, hija de perra!
    —Disculpe pero no es necesario ser tan hiriente. Inténtelo de nuevo pasado unos momentos, cuando se haya calmado un poco.
    La llamada se cortó y Lora se quedó allí, a oscuras, en medio de la masacre, con Dumian inconsciente y con la cara demasiado cerca de la entrepierna desnuda del cadáver del hombre gordo. Tuvo tentaciones de estrellar el móvil contra la pared, pero se contuvo, no le apetecía comprar otro teléfono, descargar todas las aplicaciones y abrir sesión en todas sus cuentas. Miró a Dumian y luego su reloj. Las doce de la noche. Nadie le pagaba horas extra, así que decidió que le dieran por culo a todo el mundo, y se fue a ver si encontraba algún Döner abierto a aquellas horas de la noche, tenía hambre, todos esos cadáveres le habían abierto el apetito.

3 comentarios en “Las tres palabras #11

  1. Estos call centers sustituyen personal por máquinas y así les va a los guardianes: caos por todos lados y no pueden arreglar nada. Solo espero que el donner no fuera de carne de venado, por favor. Ah! Y tema «el señor gordo»… no sé… no me hubiera molestado que llevara unos calzoncillos,… Aunque igual soy yo el problema, que me parece más normal la sangre que las entrepiernas de gente gorda de tanto ver los muchos destrozos humanos múltiples a los que nos ha acostumbrado la tele.
    Gracias por el post, me ha hecho reír un rato 🙂

¡Coméntame o morirá un gaticornio!

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