Microficción #162

cenefa2

l sol empezaba a ponerse, y Sugritt tenía asiento en primera fila para ver el espectáculo. Descalza, sintiendo la energía del planeta haciéndole cosquillas en la planta del pie izquierdo, mientras el derecho colgaba del precipicio y quedaba pendido sobre el lago que se extendía varios metros más abajo. Sugritt cerró los ojos, inspiró profundamente, y suspiró. El aire olía a agua, a hierba húmeda, y a tierra, pero también olía al calor del sol sobre la piedra, a la brisa que se rebozaba en el perfume de la lavanda cercana, y a algo más, algo que a Sugritt le parecía familiar pero que no conseguía descifrar.
    —Estabas aquí, hermana Sugritt —dijo una voz tras ella. Las palabras no buscaban ninguna utilidad concreta salvo la autoafirmación—. La madre Junun te busca.
    —Y «por te busca» quieres decir «está en el sofá, toda espatarrada, viendo series, y me ha pedido que vaya a buscarte porque ella está demasiado cómoda y cansada de tocarse el higo», ¿no, hermana Polia?
    —Casi… ve una peli, una de esas románticas.
    —Eso es nuevo. ¿La madre Junun viendo una película romántica?
    —Sí… ella dice que es romántica, pero yo no sé de qué va exactamente. Se titula Alien. ¿Te suena?
    —Ni idea. ¿Para qué «me busca» la madre Junun si se puede saber?
    —Me pregunta si has resuelto los enigmas.
    —¿Cuál de los doscientos?
    —Los doscientos, supongo.
    Sugritt gruñó, estuvo a punto de decirle a la hermana Polia dónde podía meterse los enigmas, pero luego recordó que la pobre solo hablaba por la inepta de la madre superiora, así que se controló. Tampoco le iba a pedir que fuera a decirle dónde se podía meter los enigmas, porque no está bonito hacer eso, es una de esas cosas que una tiene que decir cara a cara, sin intermediarios, para que las palabras no pierdan matices ni intensidad por el camino.
    —No he resuelto ninguno aún.
    —Oh… —El lenguaje es maravilloso, es increíble lo que unas letras unidas entre sí pueden expresar. Por ejemplo ese «oh» de la hermana Polia estaba lleno de sutiles significados. Por un lado mostraba decepción, realmente esperaba que la hermana Sugritt le dijera que había resuelto algún enigma. No todos, doscientos son demasiados enigmas, pero quizá un trece por ciento. Ese «oh» expresaba también rabia, porque ahora ella tendría que volver a dónde estaba la madre Junun, hacer que pusiera la pausa en su película romántica, y darle la mala noticia. «Oh» expresaba a la vez miedo, porque la madre Junun no llevaba muy bien tener que poner la pausa cuando veía algo, y llevaba menos bien recibir malas noticias—. ¿Crees que hay alguna posibilidad de que resuelvas algún enigma en los próximos minutos? ¿Quizá unos 26 de ellos?
    —Puedo resolver uno. ¿Por qué la madre Junun tiene el culo tan grande que cuando se sienta, lo hace en dos continentes a la vez? Respuesta: se pasa el día sentada, enviando a gente a preguntarme si he resuelto algún enigma. Siempre es alguien distinto, por cierto.
    La hermana Polia tenía la respuesta a ese último enigma: cuando la madre Junun se enteraba de que la hermana Sugritt no había resuelto los enigmas, mandaba decapitar a la hermana intermediaria.
    —No puedo decirle eso a la madre Junun, hermana Sugritt. Necesitaría que resolvieras algún enigma, por pequeño que sea. —La hermana Polia le tenía cariño a su cabeza, le resultaba agradable el peso sobre su cuello, tenía el presentimiento que lo echaría de menos si dejara de sentirlo.
    —¿Sabes qué enigmas son esos? ¿Alguna de vosotras tiene la menor idea de a qué enigmas me enfrento?
    —No…
    —¡Perfecto! Siéntate, hermana Polia.
    —Yo no sé si…
    —¡Siéntate!
    —Me siento.
    La hermana Polia se sentó en el suelo de forma torpe, como si buscara la manera más eficiente de hacerlo sin mancharse de tierra húmeda el trasero de los pantalones tejanos.
    —Enigma uno: ¿por qué el embutido es redondo si el pan de molde es cuadrado? Ese es más difícil de lo que parece, porque debería buscar al que inventó el embutido, preguntarle, luego al que inventó el pan de molde, preguntarle y, si las respuestas fueran demasiado absurdas, presentarlos entre sí para que tuvieran una conversación sobre geometría básica. El problema aquí es que me he dejado la máquina del tiempo en el mundo de No-me-toquéis-las-narices. Enigma número dos: ¿por qué el graznido de un pato no produce eco? Esa es imposible de saber, porque no domino el patés, y no puedo preguntarle a ningún pato si alguna vez le ha dado por pensar en ello. —La hermana Sugritt siguió un rato, el sol se había ido a dormir en el enigma número sesenta y cuatro, justo cuando la cosa se ponía interesante. La luna miró al sol, y le hizo un gesto con la cabeza que quería decir algo así como: «¿de qué va todo esto?», a lo que el sol prefirió no contestar, así que la luna tuvo que engancharse en la trama tal como se la había encontrado—. Enigma número sesenta y cinco: ¿qué leyes aplican los microondas para que cada vez que metes una taza de leche a calentar, aparezca con el asa en el lado contrario a la puerta? ¡No sé ni dónde empezar con esta! Enigma número sesenta y seis: ¿de qué lado caería una tostada si le untáramos mantequilla y mermelada por ambos lados? Esta sería fácil de responder, si no fuera porque me parece absurdo desperdiciar la comida habiendo tanta gente hambrienta en el mundo. —La hermana Polia escuchaba cada enigma y buscaba una respuesta en las profundidades de su mente, pero el cerebro a aquellas horas de la noche, había decidido ponerse a leer el catálogo de Ikea de primavera. A la hermana Polia le daba igual, mientras estuviera allí, escuchando los enigmas que debía resolver la hermana Sugritt, no perdería la cabeza—. Enigma número ciento noventa y nueve: ¿por qué las personas invisibles usan gabardinas, sombreros y gafas de sol? Mi primera tentación es decir que son simplemente idiotas, pero dudo que la madre Junun quiera apuntar algo así en El libro de los enigmas resueltos. Enigma doscientos: ¿existe algún hater al que le haya gustado el episodio siete de Star Wars? ¡Mira, esta es fácil de resolver!
    —¡¿En serio?! —preguntó la hermana Polia esperanzada. Un enigma resuelto, era mejor que cero, eso lo sabía cualquier persona que hubiera aprendido los principios básicos de la suma.
    —¡Claro! La respuesta es…
    —¡Aquí estáis! —dijo una voz grave interrumpiendo a la hermana Sugritt. Ella y la hermana Polia se giraron, Polia tenía los ojos muy abiertos, y la boca parecía lista para pronunciar una enorme «a». La recién llegada era la hermana Vitri—. La cena está lista. ¿No pensáis venir a cenar?
    —¿Qué toca hoy? —preguntó la hermana Sugritt, que no se había dado cuenta de la «a» muda de la hermana Polia.
    —Chuletas de Yak y puré de remolacha.
    —¡Así que era eso lo que olía antes! ¡Ñam! Me muero de hambre. —La hermana Sugritt se levantó del suelo, miró a la hermana Polia y sonrió—. ¡Mira, hermana Vitri, la hermana Polia se ha quedado boquiabierta al saber lo que toca hoy para cenar! ¡Vamos, hermana Polia, o se lo comerán todo!
    Las hermanas Sugritt y Vitri se alejaron hacia la gran silueta negra de la mansión. La hermana Polia suspiró, miró a la luna y se acarició el cuello. Cómo iba a echar de menos el peso de su cabeza, al menos durante esos segundos que dicen que tardas en morir del todo cuando te decapitan.

© M. Floser.

6 comentarios en “Microficción #162

  1. Hola! Hace mucho tiempo vi Alien, el octavo pasajero y cuando mencionas Alien no sé si es la misma película porque de romántica no tiene nada. Debe ser otra.
    Celebro ese agudo sentido del humor que imprimes a los relatos y es como tu marca personal. La madre Junun me recuerda a la Reina de Corazones de Alicia famosa por hacer volar cabezas ajenas. Buen relato. Saludos.

    • Hola, Rocío. Primero de todo muchas gracias por comentarme. Con respecto a lo de la película, sí, me refiero a Alien, el octavo pasajero. Sé que no es una película romántica, sino una película de terror cósmico, pero esa era la intención del chiste, que fuera estridente por lo erróneo. Espero que el relato te haya gustado.
    • ¡Hola! En el relato me refiero a la película de terror, el chiste es precisamente lo erróneo del género. Como la madre Junun es tan sádica y mala persona, Alien le parece una película romántica. ¡Muchísimas gracias por comentarme! Me alegra que te haya gustado el relato.

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