[Nota fija]→ «Story Cubes» es una sección dentro de «Ejercicios de escritura». En esta sección haré uso de los dados Story Cubes para componer una historia improvisada.

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Harian ignoró la tortuga3 que pasó rozando su cabeza, las diminutas alas de su caparazón agitaban el aire a toda velocidad. El animal se alejó y se posó sobre una roca cercana. La chica se quedó quieta dentro del estanque, con el agua cubriéndole hasta las rodillas.
—¿Vas a empezar hoy, Harian? —preguntó la pequeña Suziara desde la orilla del estanque. Estaba sentada con las piernas cruzadas engullendo bolas de arroz como si fueran palomitas—, a este paso los vidris saldrán antes de que tú hayas conseguido un pez7.
Suziara miró a su alrededor para asegurarse de que no habían salido ya. Para desgracia de la cría no había ninguno cerca. Los vidris eran criaturas que salían de dentro de la tierra cuando el sol empezaba a ponerse. Tenían el aspecto de llamas8 de color verde y se decía que provenían de la esencia de la propia naturaleza. Eran seres pacíficos, inofensivos, que se alimentaban de las malas energías. Los sanadores se referían a ellos como los purificadores. Suziara se volvió a fijar para asegurarse de que no estaban escondidos entre los restos del avión4 estrellado. En el valle solo estaban su hermana, ella, la tortuga alada y los peces del estanque.
—Míralo de este modo, Suziara —dijo Harian con voz tranquila. Su labio superior estaba surcado por una cicatriz que se lo levantaba un poco—, si tardo un poco más tendrás tiempo de acabar con todo el arroz.
Suziara miró la cesta de mimbre que tenía a su lado y vio que solo quedaban dos bolas de arroz. Sonrió, su hermana había notado lo que hacía sin siquiera mirarla. Se encogió de hombros y se concentró en Harian, en el halo de energía que la rodeaba, repasando su figura con una luz azul celeste.
—Harian.
—Dime.
—¿Qué pasará si los antiguos no encuentran la llave6?
Harian abrió sus ojos esmeralda y miró a la pequeña. Suziara tenía la cabeza completamente afeitada y sus ojos, idénticos a los de Harian, la miraban con preocupación. Tenía unas pestañas espesas que le perfilaban los preciosos ojos. Los antiguos habían salido en busca de la llave que abría el cofre de los secretos. Dentro del baúl había un arma sagrada que decantaría la guerra a favor de la Hermandad de la Luz.
—No debes preocuparte por eso, Suziara, los antiguos no tendrán problemas, recuerda que les acompaña Firigan y él lo sabe todo.
—Es verdad…
Suziara se quedó más tranquila al recordar a Firigan. Era un atamai, quizá el último que quedaba con vida. Su raza era más antigua que la propia vida. Su aspecto era el de una silueta negra, alta, delgada con una máscara5 de porcelana blanca. Los atamai tenían el poder de la clarividencia y, valiéndose de los diez planos dimensionales en los que viviían a la vez, tenían conocimientos sobrehumanos.
—Todo saldrá bien, Suziara. Quizá el final de la guerra esté más próxima de lo que creemos.
Harian volvió a cerrar los ojos y se concentró para que su energía no fluctuara, tenía que controlarla, tenía que aprender a invocarla cuando ella quisiera, con la intensidad que deseara. No servía coger una caña o una red y llenar un cubo de peces, tenía que hacerlo con su poder, era lo que su abuelo le había asignado. Habían tenido una conversación9 apasionante sobre los beneficios de dominar la energía vital. Había leído miles de libros1 sobre el arte de la magia y todos esos conocimientos se agolpaban en la mente de Harian y la desconcentraban.
Suziara notó como el suelo bajo su trasero temblaba, miró a Harian y se sorprendió al ver que el halo de energía azul que la rodeaba se había agrandado y vuelto de color púrpura, ya no era una línea alrededor de su hermana, ahora tenía decenas de ramificaciones, como tentáculos que se estiraban y ondulaban. Uno de los apéndices se dirigió hacia ella a toda velocidad y la pequeña tuvo que dar un buen salto, de un par de metros, para esquivarlo. El suelo en el que había estado sentada se hundió bajo la fuerza del tentáculo. Suziara respiró hondo, frunció el ceño y miró a su hermana asustada. Harian estaba tranquila, con los ojos cerrados y una respiración pausada.
—¡Harian!
—Ahora no, Suziara, tengo que concentrarme.
Harian no se dio cuenta, pero su voz había sonado profunda, grave y tenebrosa, muy lejana a la dulzura con la que siempre hablaba a su hermana.
—Harian, tienes que parar.
—Suziara, por favor, deja que me concentre.
Un segundo tentáculo salió disparado hacia la pequeña, esta concentró su energía vital, haciendo que su cuerpo se cubriera con un halo de color verde, e invocó un escudo que la rodeó, como una burbuja de luz. El tentáculo impactó contra el escudo y lo rajó al instante. Suziara no tenía el poder necesario para mantener un escudo como aquel.
—¡Harian, para!
—¡He dicho que me dejes!
La voz de Harian sonó como si el mundo entero se quebrara. La energía púrpura que la rodeaba estalló y levantó una cortina de agua. Harian abrió los ojos, asustada por lo que acababa de ocurrir, y el poder que manaba de su cuerpo desapareció al instante. Cayó de rodillas en el estanque, quedando sumergida hasta la cintura, viendo como la cortina de agua se diseminaba en una lluvia que brillaba en contacto con el sol radiante. En el cielo se formó un diminuto arco iris4 que llamó la atención de la pequeña Suziara. La niña se había liberado del escudo y corría hacia su hermana.
—¿Harian?
Su hermana la miró, el brillo de sus ojos se había apagado, tenía ojeras y le temblaba todo el cuerpo.
—¿Estás bien, Harian?
—Creo que sí, solo estoy… cansada.
—¿Qué ha pasado?
—No tengo ni idea, ¿te he hecho daño?
Suziara negó con la cabeza.
—He invocado el escudo que me enseñaste.
—Bien hecho, Suziara. Lo siento mucho.
—No te preocupes. Además, mira, ya podemos irnos a casa.
Harian miró la orilla del estanque, la hierba estaba plagada de peces que aleteaban intentando regresar al agua. Debieron salir volando con la explosión de poder de Harian. Suziara sonrió, su hermana también, las sonrisas se convirtieron en carcajadas y la pequeña ayudó a Harian a salir del agua. Tenían que regresar al poblado, tenían que explicarle a su abuelo lo que había ocurrido. La situación actual en la Tierra no permitía que casos como aquel se ignoraran, Harian podía se peligrosa, podía ser una tenebrosa, podía poner en peligro a toda la gente a la que amaba. ■

© M. Floser.
Un relato corto pero genial. Me gustan las hermanas. Que la historia se inicie sencilla y vayas introduciendo poco a poco la magia es un toque que me gustó. No se porque pero me dio la sensación que las hermanas eran faes, pero eso ya son paranoias mías. En fin relato corto, pero entretenido. Buen uso para los Story cubes.
¡Me alegra muchísimo que te haya gustado! Me parece muy divertido escribir relatos con los Story Cubes. Tengo incluso una app en el móvil de otro tipo de cubos, lo que pasa es que me gustan demasiado estos, además es un regalo que me hizo mi pareja y les tengo especial cariño.