
(Imagen libre de licencia de: Daria Yakovleva)
Golosos

Todo estaba preparado, solo faltaba que llegaran los niños con aquella odiosa cantinela de «truco o trato», les daría las golosinas que ella misma había creado, y luego esperaría a que los niños crecieran y murieran. La muerte era necesaria para que sus almas le pertenecerían.
La bruja tenía paciencia, llevaba coleccionando espíritus desde hacía más de cien años. Las vidas de aquellos endemoniados niños golosos ayudarían a que la suya fuera más larga. Se mantendría joven, y se adueñaría de los recuerdos felices de todos aquellos que se comieran sus golosinas embrujadas. ■
© 2017 M. Floser.