
Sin revelar

Estoy agotada. Aún huele a humo, a pesar de que hace dos días que apagaron el incendio del pueblo. Los bomberos siguen sin saber qué ha pasado, por suerte para ellos soy la única que puede ver la segunda realidad. Por desgracia para mí, no puedo compartir esta carga con nadie.
Tengo el carrete lleno, he hecho muchas capturas en ese pueblo. En serio, nunca he visto un sitio tan atestado de demonios. La gente suele creer que soy fotógrafa de incendios, pero lo que no saben es que cuando los incendios son espontáneos, el noventa por ciento de las veces son provocados por los demonios que quieren reducir a cenizas el mundo, enviados por ese odioso Lucifer que nos la tiene jurada desde que el Viejo le desterró al núcleo del planeta. Tampoco saben que lo que en realidad hago con la cámara es capturar esos engendros, su esencia, su alma corrupta, y los hago desaparecer.
Cuando revele este carrete sabré qué tipo de demonios he capturado, y sabré cuán lejos estoy del pez gordo. Mi nombre no es importante, solo importa que soy cazadora de demonios. ■
© 2017 M. Floser.