
Mírala
Es tan hermosa… mírala, casi podría decirse que es uno de esos ángeles de los que tanto he escuchado hablar. No puedo dejar de mirarla, de fantasear con lo felices que podríamos ser juntos. Respira, y su belleza se acentúa en cada exhalación.
La tierra le salpica la piel, como miles de pecas afortunadas. Su piel sedosa, y sus labios rosas. Tan dulces, tan apetecibles… pero mírala… hasta el sol batalla con las nubes para poder acariciarle el rostro, hasta el aire se precipita contra ella, para poder decir, antes de desvanecerse con el infinito del mundo, que ha rozado la belleza de la Dama de la Arena.
¿No lo ves? Solo mírala, y en cuanto lo hagas, entenderás que mi corazón se rompa al saber que nunca estaremos juntos. Mírala, como hago yo, al caer de la montaña, de las nubes, de las puntas de las hojas, convertida en rocío. Sólo mírala, y espera al momento en el que, como yo, pueda bañar su cuerpo con mi alma. ■
© 2017 M. Floser.