¡Hola a todos/as! Hoy es un día muy interesante: el Día de Star Wars (The Star Wars Day), ¿por qué? Pues por el sencillo motivo de que hoy es 4 de mayo (May the 4th) y la fonética de esta fecha en inglés es similar a «May the force be with you» («que la fuerza te acompañe»). El origen de esta fecha es mucho más complejo y, al final del post, os dejaré un enlace para todos aquellos/as que queráis saber más.
Por mi parte, quiero compartir un fanfic corto que he escrito entre anoche y esta mañana. Espero que os guste.
El miedo siempre me nubló el juicio, me paralizó. El miedo me impidió actuar cuando los jedi mataron a mi madre. Cada día revivo aquel día como si fuera ayer. Cada día veo a ese caballero verde empuñar su sable láser. La lucha terminó rápido, mi madre no tenía oportunidad alguna contra él. Ella no entendía la Fuerza, no sabía luchar, estaba usando el arma de mi padre, dándole tiempo para que la Orden Jedi no le encontrase. El caballero esquivó el estoque y la atravesó con su sable láser. La luz verde, vibrante, salió por la espalda de mi madre y su camisa blanca se tiñó de rojo. No grité, obedecí a la mujer que yacía a los pies del jedi: me mantuve oculto y a salvo.
—Vamos, Yoda. Tenemos que encontrarle.
La luz del sable se apagó y el joven asesino empezó a andar acompañado de otro jedi, más alto, con tentáculos en la cabeza que formaban una especie de melena. Pero ese me daba igual, solo me interesaba Yoda.
—Su Fuerza sentir puedo —dijo Yoda deteniéndose. Su voz era fría, grave y afónica.
—No debe estar muy lejos. ¿Realmente tenemos que hacerlo? Solo es un niño.
—Ordenes del maestro Bin-Gorian son. Peligroso el poder del niño es. El lado oscuro en su corazón habita.
—Entonces acabemos cuanto antes.
No podía creer lo que escuchaba. Me tuve que llevar las manos a la boca para no lanzar un grito de espanto. Los jedi no buscaban a mi padre, me buscaban a mí. Yoda lanzó una mirada hacia el lugar donde me escondía, detrás de unos bidones de combustible. Sentía la rabia fluir por mi cuerpo. No entendía cómo había sabido que estaba allí, pero sin duda me miraba a mí.
El jedi empezó a andar hacia mi escondite. Me fijé en su figura, esbelta a pesar de su pequeña estatura. Caminaba erguido, lleno de seguridad. Sus pies, con tres dedos cada uno, pisaban firmemente. Alzó el brazo izquierdo con la palma de su mano, también con tres dedos, hacia donde me encontraba, y luego lo echó a un lado con brusquedad. Los bidones que me ocultaban salieron disparados a varios metros de distancia, dejándome al descubierto.
—Mal escondido estás, chico —dijo de forma tranquila.
—Has matado a mi madre. ¿Por qué?
—La batalla terminado ha, su ataque débil ha sido.
—Ella no controla la Fuerza. La has asesinado.
—En cambio, la Fuerza en ti grande es. El lado oscuro en poseerte no tardará.
Yoda alzó el sable láser que volvía a emitir su luz verde.
—¿Me vas a matar sin dejar que me defienda?
Su rostro cambió. Me contemplaba con sus ojos amarillos y sonreía. Su cabello, de punta y blanco, se movía con el viento y la luz de su arma le magnificaba el color de la piel. Le observé, con sus orejas alargadas y puntiagudas hacia los lados. Me miraba con superioridad. Sabía que en aquel entonces solo era un niño naboo. Podía sentir mi fuerza, sabía que mi entrenamiento había comenzado, pero mi poder no era suficiente para derrotarle.
Se echó a un lado. Señaló hacia donde estaba mi madre.
—El sable de tu padre coger debes. Tu poder en una lucha real probarás.
—¡¿Qué estás haciendo, Yoda?! —gritó el jedi que acompañaba al asesino de mi madre—. ¡Acaba con esto de una vez!
—Honor en vencer a un adversario desarmado no hay. Luchar debemos, y la victoria decisión de la Fuerza será.
Corrí hacia mi madre, intenté despertarla, pero fue inútil, su cuerpo estaba frío. Su alma la había abandonado. Miré el sable láser tirado en el suelo, lo cogí y lo accioné. La hoja de luz roja salió en un segundo y miré a mi adversario. Mi interior ardía, el nudo de mi garganta se desató y en mi boca podía saborear el odio que sentía hacia ese sucio jedi. El poder de la Fuerza empezó a aumentar, jamás me había pasado algo parecido. El odio, el miedo, la ira, todos aquellos sentimientos estaban llenando mi ser de un poder que me hacía sentir más vivo que nunca.
Ataqué, con una velocidad que incluso a mí me sorprendió. El sable láser zumbó en el aire y chasqueó con furia al entrar en contacto con la hoja verde de mi oponente. Giré sobre mi propio eje, intentando acertar a Yoda en el costado. Pero el jedi puso su sable en vertical y detuvo mi ataque sin dificultad. Ataqué varias veces, y todas mis estocadas eran repelidas por Yoda, que no demostraba la más mínima señal de cansancio. Alcé mi arma para golpearle desde arriba, pero él hizo retroceder su mano izquierda y luego la movió deprisa hacia mí. Sentí una fuerza invisible golpeándome el pecho, y salí volando hacia atrás, estrellándome con fuerza contra el suelo.
—La Fuerza en ti rápidamente crece, pero torpe e impaciente eres. El lado oscuro tu juicio nublando está. Un buen jedi ser tú puedes.
—¿Estás pidiéndome que me una a vosotros después de matar a mi madre?
Me levanté y le ataqué con toda la furia de mi corazón. Yoda retrocedió por primera vez, deteniendo mis ataques con un poco más de dificultad. Sentí el poder de la Fuerza dentro de mí, con tanta nitidez, con tanta facilidad, que parecía que pudiera comunicarme con ella. Recordé el ataque del jedi y lo imité. Con el poder de la Fuerza, lancé a mi oponente por los aires. Yoda cayó al suelo, y yo salté a una altura imposible, con la intención de caer justo encima suyo y clavarle la hoja de mi sable láser. Me miró, con sorpresa, o con terror, no consigo recordarlo. Saboreé la victoria, pero el compañero del jedi hizo que aquel sabor se quedara en un regusto amargo. Se interpuso entre mi arma y su amigo, y corrió la suerte que debería haber corrido Yoda. Saqué el sable láser de su cuerpo y, movido por la rabia, le corté la cabeza a aquel entrometido. Aún la recuerdo rodando por el suelo.
Los ojos de Yoda se abrieron desmesuradamente, contemplando la expresión vacía en el rostro de su amigo. Sentí la Fuerza dentro de él, creciendo de una forma tan terrible que se me heló la sangre. Me señaló con la palma de la mano y, de repente, me vi sacudido por una descarga eléctrica que me provocó un dolor insoportable. Aquel jedi estaba usando un poder que me era desconocido, un poder que me alimentaba el odio, un poder que quería dominar.
—Quedarte quieto debes. La hora de morir ahora es.
Su voz sonaba furiosa. Sentí el poder del lado oscuro abriéndose hueco en su interior. Sonreí, y a la sonrisa le acompañó una pequeña carcajada interrumpida por el dolor.
—Mírate —le dije con esfuerzo—. Dejándote llevar por el odio, vengando la muerte de tu amigo. Dejando que el lado oscuro te domine. Sería divertido ver como aquel al que vienes a cazar, consigue llevarte a su lado.
En cuanto escuchó mis palabras, cesó el ataque y me vi libre para intentar acertarle con mi arma. El hizo lo mismo, y las dos hojas se encontraron con un potente estallido. Los sables láser salieron disparados por la fuerza del impacto. Quedamos desarmados y sentí que el tiempo se detenía. Corrí hacia mi arma, y él lo hizo hacia la suya. En cuestión de segundos, volvíamos a encontrarnos forcejeando, mezclando el rojo y el verde de las luces de nuestros sables.
—Igualados nuestros poderes están.
—Eres fuerte, jedi.
—La Fuerza en ti cada vez más grande es. Tu nombre saber quiero.
Usé la Fuerza para apartar a Yoda de mi lado y corrí hacia él para atravesarle. Detuvo mi ataque, pero me lo esperaba, giré mi sable láser y conseguí desarmarlo. Golpeé el rostro de Yoda y lo lancé al suelo.
Jadeaba por el cansancio y la excitación de tener a mi enemigo a mis pies. Le apunté con el arma, acercando la hoja de luz roja a su cuello.
—Mi nombre es Sidious, y soy el que va a acabar contigo.
No fui consciente de que aquel jedi no era tan fácil de derrotar. Usó su fuerza para controlar uno de aquellos bidones tras los que había estado escondido, y lo lanzó contra mí. Sentí un dolor terrible en la espalda y caí al suelo, soltando el sable láser que se desactivó con un ruido como de absorción. Yoda se levantó y yo me desmayé. Cuando desperté estaba solo, tirado en el suelo, sin entender por qué aquel jedi me había dejado vivir.
Han pasado demasiados años, y por fin, viendo como mi nuevo discípulo se alza sucumbido por el lado oscuro, veo que mi venganza se acerca. Los jedi están al borde de la extinción.
—¿Estás preparado, mi joven aprendiz?
Escucho su respiración y, con la voz de hojalata que provoca su casco negro me responde que está listo. Los sith nos alzaremos de nuevo, y los jedi se arrodillarán ante nosotros.
— May the words be with you —
Para los que quieran conocer el origen de este día, os dejo un artículo de 2015 de Hipertextual.